Sunday 2 September 2012

En su Alma (continuación)


Así fue como comenzó mi relación con las almas, desde aquel día he podido entrar en contacto con ellas. Primeramente pensé que el espíritu de la chica en la playa y el posterior viaje al que me llevó años atrás, precisamente hasta el día de su muerte era porque pedía justicia o quizás buscase venganza por su asesinato, pero luego de hacer varias averiguaciones encontré la playa en donde había tenido lugar el hecho y supe que realmente el asesino había sido puesto entre rejas, se trataba de un vulgar proxeneta apodado El Puño, por la fuerte pegada que tenían sus manos, quien estando cumpliendo pena por la muerte de Raquel y de otras dos chicas,   murió  en extrañas circunstancias en la cárcel en que estaba recluido.

Desde pequeño sentí curiosidad por el mundo espiritual, pero a pesar de haber leído varios libros del tema, haber puesto infinidad de vasos de aguas y encender cientos de velas en busca de un alma, nunca había logrado ver un espíritu y mucho menos había viajado en el tiempo. Después de aquel día retomé mi afición a los libros de espiritismo y hasta me puse en contacto con personas que decían conocer del tema, tuve varias decepciones, pero en su mayoría era gente que realmente se comunicaban con el más allá.

Mayormente todos me aconsejaban que abriese una consulta y que ganase dinero con la capacidad que tenía, pero ya yo tenía un buen trabajo, además no era capaz de conectarme con los muertos cuando yo quería, surgía de repente, así no más. Es cierto que mis conexiones con los espíritus cada vez eran más frecuentes, y que cuando había transcurrido un año de mi encuentro en la playa, me sentía con más dominio y comprendía mejor los mensajes de los muertos.

Para aquel entonces trabajaba de comercial en una empresa que vendía entre otras cosas materiales de oficinas. Viajaba constantemente por toda la ciudad visitando a nuestros clientes, cada día veía caras nuevas en mi andar, a veces se hacía un poco complicado realizar mi trabajo, en ocasiones estando reunido más que escuchar a mi interlocutor o tratar de vender, desviaba la atención hacia los muertos que pululaban a su alrededor.  Por lo que me aprovechaba de mis visiones y utilizaba la influencia que ejercían los muertos sobre mis clientes para cerrar las ventas.

Una tarde, haciendo tiempo a que abriese un negocio que debía visitar entré a un bar a tomar un café. Nada más voltearme en busca de una mesa, una muchacha tropezó conmigo y derramó el contenido de la taza que portaba en la ropa de ambos. Luego de la pertinente disculpa insistió en invitarme a otro café. Después debido a la carencia de mesas nos vimos obligados a  sentarnos  juntos en una mesita que estaba vacía en la terraza. Carolina tenía más o menos mi edad, rondaba los treinta años. Recuerdo que era verano, vestía de blanco y su rostro emanaba confianza y sinceridad.

Aunque no tenía dominio absoluto de mi cuerpo, ya comprendía muchas cosas de las que me sucedían. Desde el instante en que me senté en aquella mesa sabía que entraría en esa especie de trance en que podía comunicarme con espíritus. Pude visualizar parte de su vida en unos segundos, su falta de motivación hacia una vida mejor y sus constantes cambios de parejas fue lo primero que divisé. El tormento que sentía en su interior nada tenía que ver con su propia voluntad. Carolina tenía dos seres  que le hacían compañía: una mujer madura, de mirada fija y penetrante, quien  parecía ser de las dos  entidades  la que más influencia ejercía en su vida. Al otro espíritu que le acompañaba no le podía ver el rostro, sus apariciones eran intermitentes.

No sabía exactamente cómo empezar a explicarle lo que estaba observando. Después del tropiezo inicial y de haberme presentado, le dije sin titubeos a Carolina que yo la podía ayudar con sus problemas. Recuerdo haberle dicho que no había más interés que el simple hecho de ayudarla, claro ella al principio no entendía a dónde yo quería llegar. Le expliqué que podía sentir sus inquietudes, le hablé de sus constantes cambios de empleos y de parejas, por lo que rápidamente supo que sabía muchas cosas de su vida y que yo no estaba mintiendo. Esperé a que pudiese controlarse, le di una pequeña servilleta para que secase sus lágrimas y continuar con mis consejos.

Continuará…



frankca-dreams.blogspot.com

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