Caminaba por la playa, la arena caliente contrastaba con el frescor que
sentía cada vez que era alcanzado por las pequeñas olas que mojaban mis pies,
me encontraba algo ido del mundo, pensaba en diferentes cosas a la vez, algo
muy propio en mí, a su vez estaba en otra dimensión, lo que no impidió que la
viese, detuve mi andar y la observé descaradamente, sin intentar controlar la
curiosidad que me invadía, comencé a mirar a aquella rara mujer, un pequeño biquini
cubría parte de su anatomía, pero dejaba
ver lo mejor de su cuerpo, extremadamente bella y única, se encontraba tomando
el sol de la mañana acompañada de un pequeño libro entre sus delgadas manos, al sentir mi presencia, cerró el libro con
timidez y retiró las gafas de sol que cubrían sus negros ojos para mirarme
fijamente.
Era la primera vez en mi vida que sentía algo
igual, detrás de sus ojos podía ver su vida, quedé paralizado observando cómo
transcurría todo lo que estaba viviendo, ya no podía ver su cuerpo, estaba
viajando a su interior, comencé a respirar desordenadamente, transpiraba
copiosamente, sentía que mi cuerpo viajaba a una velocidad infernal, luego se
detuvo el tiempo.
Estaba leyendo sentando en el balcón de la
habitación de un hotel, por momentos detenía mi interesante lectura y
disfrutaba de la vista que tenía en frente, solo mediaba una estrecha carretera
entre la edificación y la playa, de repente me di cuenta que no me era familiar
ese lugar, nunca había visto ese paisaje, los coches que iban pasando eran de
otra época, no puedo decir en qué año me encontraba, además los pocos transeúntes
vestían como si estuviese en la década de los cincuenta, o al menos eso supuse, hasta los
bañadores de aquellos que se encontraban más lejos en la playa eran diferentes
a los que yo conocía, perplejo…, me tomé unos segundos pensando qué hacer, entré
en la habitación, los pocos muebles que tenía no me revelaron nada, por lo que
salí fuera en busca de más información.
La recepción estaba prácticamente vacía, un
señor se encontraba hablando por teléfono, no quise esperar a que terminase para obtener respuestas y
salí a toda carrera hacia la calle, miré hacia ambos lados para cruzar y
acercarme a una persona que se encontraba sentada en un banco contemplando el
mar. Era un hombre maduro, vestido con demasiada elegancia para mi gusto y
mucho menos para estar tomando el sol mientras tal vez pensaba o simplemente se
deleitaba con la bella vista que tenía a su alrededor, no había comenzado con
mis preguntas cuando escuche que alguien corría y hasta sentí el sonido de su
respiración, nada más voltear mi cabeza pude ver a una mujer que caía a unos
tres metros de donde me encontraba, solo el puñal que llevaba clavado en su
espalda la acompañaban, no había más nadie en las proximidades, solo yo y aquel
señor que aún no se había percatado de lo ocurrido, reaccioné y traté de
socorrerla, pero fue en vano.
Señora…, señora…, sentí como perdía la vida
mientras tocaba su hombro tratando de animarla, la poca sangre que su cuerpo emanaba
se confundía con el vestido negro que llevaba puesto, no sabía qué hacer, quedé
sentado a su lado durante un tiempo que no sabría decir, intentaba organizar mi
mente, no sabía cómo actuar, a quién acudir….
Continuará…
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