Hace cientos de años que el hombre anda en busca de alguna galaxia dónde
exista vida, buscamos a semejantes, no nos sirve un microorganismo o una pequeña planta, andamos en busca de vida
inteligente, aun sabiendo que puede que nos superen en inteligencia.
Por eso creo que ha llegado el momento de al menos presentarnos
dignamente ante esa otra supuesta civilización, mediante el lanzamiento del robot Curiosity de la Nasa y el espectáculo de Los Juegos Olímpicos en
Londres me parece que no debemos albergar ningún temor, para mi hemos hecho la mejor
combinación que puede mostrar nuestro planeta de coherencia y civilización. Primeramente
mandamos una prueba fehaciente de nuestra capacidad tecnológica y luego enviamos
al universo el mensaje de unidad y fiesta que se ha vivido en los últimos días en
Londres.
Ellos no sabrán del verdadero uso que le damos los terrícolas a nuestros
avances tecnológicos, claro que en ningún otro planeta se imaginarán que la
especie con más capacidad de nuestro sistema solar utiliza los adelantos
científicos para beneficio de la nación
que los haya desarrollado y en perjuicio de los demás, que más allá de la duda
de la existencia de otros seres lo que
tenemos son ansias de conquistas, que aquí nos peleamos por un simple terruño,
que matamos porque él otro piense, ame o sueñe de manera diferente, las
sofisticadas cámaras y los ordenadores a bordo del Curiosity son una buena carta de presentación y sobre
todo no podrán hablar de lo que realmente ocurre en nuestro planeta.
Como tampoco podrán saber que hay detrás de cada atleta que competía en
las Olimpiadas, desde lo más alto supongo que solo se pueda divisar la alegría
y el festejo de los vencedores, el dolor y el llanto del que no alcanzó una
medalla pese a su esfuerzo, sospecho que
podrán ver como se abrazan y disfrutan los terrícolas independientemente de su
procedencia o bandera, pensarán que no hay naciones ni colores, puede que hasta
sientan que el sabor de las lágrimas y el del sudor son muy parecidos cuando se
funden las emociones. Desde lo lejos no podrán ver cuántos atletas eran
víctimas de las políticas erradas de sus países, no sabrán del dolor y el
sacrificio de muchos para poder competir, claro que no podrán ver que quienes
realmente se cuelgan luego las medallas son los políticos o monarcas de turno.
De todas formas mientras intento pensar, reflexiono..., y me quedo con la
entrega de todos aquellos que han hecho posible que el Curiosity llegase a
Marte, así como con todo el voluntariado y los atletas que me hicieron llorar
de emoción y olvidar que vivo en un planeta que aún nos falta por explorar.
frankca-dreams.blogspot.com
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