Monday 7 March 2011

Donde está mi Rubia


Cuanto hemos cambiado los hombres, como hemos crecido, ya somos capaces de controlar hasta lo más profundo nuestras emociones. Controlamos pasiones y compramos amores. Hasta hace muy poco, creíamos que solo nos enamorábamos una vez en la vida, ya esto ha quedado superado, y no solo eso, antes siempre lo hacíamos enamorándonos de la compañerita de clase, de la vecinita de al lado, o de la compañera de trabajo que en el colegio o universidad se había ido en blanco.
Hoy día todos los hombres, siempre y cuando nos ayude el dinero, fama o buena fortuna, somos capaces de olvidar ese cosquilleo que nos invade cuando estamos frente a la mujer que nos gusta, ante la presencia de quien nos desordena, nos pone nervioso y hasta hacía que más de uno pasase vergüenza con su comportamiento, por tal de conquistar a la chica deseada.
Es cierto que alguna evolución positiva tenía que tener el sexo masculino, ante tanto crecimiento por parte de las féminas. Hoy día elegimos directamente a nuestras parejas, en dependencia de nuestra condición social, y la verdad es que no sentimos el más mínimo apego a todas la historias de juventud, además al parecer, las seguimos prefiriendo rubias, si es posible naturales, de lo contrario, el presupuesto de peluquería quedaría garantizado dentro del contrato matrimonial, para los ojos claros, ya contamos con buenas lentillas, de un buen cuerpo, pues la silicona se tendría que encargar. También hemos sido capaces de demostrar que las rubias, no son nada tontas, como se decía antaño, ellas son capaces de portar su propio Portátil, su iPhone y hasta conducen 4x4, además de ser tan buenas madres como cualquier otra mujer.
Por eso yo busco como todo hombre a mi rubia, y cuando camino por las calles de Barcelona, moviendo la cabeza como un ventilador ruso, en busca de mi añorada rubia, cosa que hasta ahora no ha sido posible, la fortuna no me ha acompañado, de lo contrario, ya tuviese mí dorada fortuna. Por cierto, ahora recuerdo que las pocas veces que visité Mantilla o San Miguel del Padrón en La Habana, mi andar era diferente, tal vez  por temor, o debido a la carencia de rubias, caminaba sus deterioradas calles oscilando los brazos exageradamente como cualquier otro negro, parece que más bien intentaba salvaguardar mi vida y echaba  a un lado mi dorada ilusión. 
Volviendo a las Rubias, me pregunto por qué cuando los hombres logramos tener buena economía nos olvidamos de trigueñas, morenas y mulatas, tal vez será que la única manera de demostrar nuestra buena solvencia es con una despampanante rubia en brazos. Aunque creo que en mi caso la búsqueda es por respeto a Marilyn Monroe, y en su honra continuaré hasta el final y éste año una rubia voy a ligar.



frankca-dreams.blogspot.com

No comments:

Post a Comment