-¿Cómo te llamas?
- Ahora mismo no sé si al nacer
me pusieron algún nombre.
-Todos tenemos un nombre, si no
me lo quieres decir… al menos invéntate uno para poder dirigirme a ti.
- Eso no es lo más importante
entre nosotros, lo que sentimos entre sí, nada tiene que ver con la comunicación,
es simplemente el deseo de la carne lo que nos impulsa a desearnos tanto. Por
ese motivo tampoco me interesa saber tu nombre, ni dónde vives y mucho menos si
tienes pareja o no.
El verano había llegado con intensidad, la mar
estaba tranquila y hasta parecía
silente, no obstante las pequeñas olas que entraban en la arena y mojaban
constantemente sus pies mostraban su grandeza, y aunque el reflejo de los rayos
del sol por momentos encandilaban sus ojos, podían ver perfectamente sus
cuerpos y cada minuto que pasaba se deseaban más.
Pero a él le gustaba el juego de la seducción y
quería esperar…
La invitó a darse un baño juntos, ella no accedió,
simplemente le respondió, tal vez más tarde y vio como su cuerpo entraba
lentamente en el agua mientras ella disfrutaba de su esbelta figura.
Era la tercera ocasión que coincidían en la misma
playa, nunca antes habían hablado entre ellos, solamente intercambiaban miradas
seductoras, pequeñas sonrisas y gestos cómplices que confirmaban la atracción
que sentían ambos.
Ya de regreso a la arena, cogió su toalla para
secarse un poco y volver a tumbarse al lado de aquella preciosa mujer. Espera
un momento dijo ella, ahora sí deseo que nos demos un baño juntos, lo tomó de
una mano aún mojada y lo condujo hacia el mar.
-¿Supongo que sepas nadar?
- Por supuesto respondió él.
-Entonces intenta alcanzarme… nadó todo lo rápido
que pudo, se alejó a unos treinta metros de la orilla y se detuvo… esperó a que
él llegase… ya tenía atado a una de sus piernas el pequeño bikini color negro
que usaba, cuando lo tuvo a su alcance, dirigió sus brazos para que la abrazase
mientras ella se aferraba con sus piernas a su cintura, luego le susurró al oído,
hazme tuya ahora, la fresca temperatura del agua no impidió que él sintiese el
calor de su sexo en su abdomen, tienes
razón a quién le importa tu nombre si lo que realmente deseo es solo tu cuerpo.
Frank
Cañizares
frankca-dreams.blogspot.com
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